En la primera sala planteamos una instalación para mostrar los nuevos productos. En una de las paredes ubicamos los Pañuelos Carrés, uno de los accesorios más emblemáticos de Hermès, colocados en unas estructuras de madera que permitían su rotación. Los asistentes fueron invitados a interactuar con ellos, girarlos y contemplarlos a través de unos caleidoscopios situados sobre unos trípodes de madera. El resto de productos se presentaron en peanas y vitrinas que convivían con vías y carriles para trenes o coches de juguete, sobre partes de un circuito de minigolf o enlazados por un juego de unir puntos en la pared. La gama cromática, los acabados y las líneas sencillas de todos estos elementos transmitían la imagen sofisticada de la marca.