Jóvenes viudas en posición marcial, encajes de luto, chicos maquillados cual calacas y una banda fúnebre que marcaba el paso…. Así dimos la bienvenida a los más de cuatrocientos invitados que se introdujeron en nuestro particular circuito: una sucesión de espacios dentro del propio teatro, reconvertido para la ocasión. No faltó detalle: cuervos sobre postes de luz, altares tradicionales repletos de frutas, velas y retratos, ofrendas hechas con papel picado, cráneos pintados y alfeñiques: un montaje que reproducía la estética característica de la cultura mexicana (entre colorida y siniestra, rica en matices y texturas). Los arreglos florales de Brumalis completaban, bajo luces ad hoc, un decorado espectacular. Ramón Freixa aportó la comida y un grupo de mariachis amenizaron la noche, que acabó por todo lo alto gracias al ritmo de Las Chichis.